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Liquen plano pilar

Presentación, síntomas y diagnóstico

El liquen plano pilar es una alopecia cicatricial (el pelo que perdemos, no lo recuperamos). Se trata de un tipo de alopecia en el que nuestras defensas destruyen por completo el folículo, sin posibilidad de que vuelva a crecer. La inflamación presente en este tipo de alopecia es muy similar a la que presenta la alopecia frontal fibrosante.

Los pacientes con liquen plano pilar presentan pérdida de densidad capilar que a menudo se acompaña de enrojecimiento del cuero cabelludo. No es infrecuente que se pueda confundir con alopecias más frecuentes, como la alopecia androgénica. Para su diagnóstico es esencial apoyarse en la tricoscopia digital, que mostrará signos típicos como la hiperqueratosis o el eritema perifolicular, así como la aparición de áreas cicatriciales en cuero cabelludo.

Es muy frecuente la presencia de picor en las zonas afectadas por el liquen plano. A veces los pacientes pueden presentar dolor en el cuero cabelludo (tricodinia).

Tratamiento

Corticoides e inmunomoduladores tópicos: podemos usar corticoides e inmunomoduladores en forma de cremas o lociones, que se aplicarán en la región afectada por el liquen plano (o en todo el cuero cabelludo si es una forma difusa de liquen).

Microinyecciones de corticoide: Las infiltraciones de corticoides son un procedimiento ambulatorio que no requiere preparación previa y se realiza en la propia consulta. Mediante esta técnica depositamos pequeñas cantidades de corticoide justo en los folículos que están inflamados, protegiéndolos de los efectos nocivos de la inflamación.

Tratamientos orales (antipalúdicos, tetraciclinas, etc): a veces tenemos que añadir medicamentos orales que nos permitan controlar la inflamación, ya sea a largo plazo o en brotes puntuales, cuando con tratamientos tópicos y microinyecciones no es suficiente para controlar la actividad del liquen. Estos tratamientos tienen un buen perfil de seguridad.

Inmunosupresores (metotrexato, ciclosporina, etc): Se trata de medicamentos que bajan la actividad de nuestras defensas para que dejen de atacar al folículo piloso. El uso de estos fármacos requiere un estudio pormenorizado de la situación del paciente y un control estrecho por parte del dermatólogo prescriptor.